El presidente de EEUU llega a la frontera a pocos días de anunciar la ampliación de un programa de «parole humanitario» para reducir las entradas irregulares, en una «visita relámpago» criticada por activistas locales, que exigen el fin del Título 42.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegará este domingo a El Paso, Texas, epicentro de la crisis migratoria que desborda localidades de la frontera sur del país. El mandatario recorrerá el Puente de las Américas, el puerto de entrada más concurrido del área y visitará un centro federal para migrantes, adelantaron fuentes de la Casa Blanca.

De acuerdo con el itinerario compartido con la prensa, el mandatario permanecerá unas tres horas en la ciudad fronteriza, donde se reunirá con funcionarios locales, líderes religiosos y organizaciones no gubernamentales claves en la atención a los migrantes.

Biden también dialogará con empresarios locales sobre «el impacto económico crítico que tienen los inmigrantes en esta región», informó el un portavoz de la administración.

El viaje de Biden a Texas, el primero a la frontera desde que asumió la jefatura de Estado hace dos años, tiene lugar solo días después del anuncio de ampliación de un programa de visados humanitarios para cubanos, nicaragüenses y haitianos, combinado con fuertes restricciones que buscan frenar los números récord de entradas irregulares durante los últimos meses.

La medida ha recibido críticas, tanto del partido demócrata como del republicano, a las que se han sumado los defensores de derechos humanos. Mientras, la Casa Blanca se ha defendido argumentando que la intención es lograr «un equilibrio» entre el manejo de la inmigración legal y el control de los migrantes que entran de manera irregular.

Según datos de la Casa Blanca, «la cantidad de personas que intentan cruzar la frontera ilegalmente en El Paso se ha reducido en más del 70 % desde mediados de diciembre pasado», al tiempo que operaciones «sin precedentes» de fuerzas policiales estadounidenses han resultado en «incautaciones récord de fentanilo».

Migrantes venezolanos se agrupan en un campamento improvisado en los alrededores de la iglesia Sagrado Corazón en El Paso, Texas, el 7 de enero de 2022.

Esta es la primera parada de una gira que el presidente continuará el mismo domingo en México, donde tendrá una reunión al día siguiente con el mandatario mexicano, Andrés Manuel López-Obrador, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En la agenda de Biden están las cadenas de suministro, el fentanilo, el cambio climático, la inmigración y el crimen organizado.

En su breve estancia de unas tres horas en El Paso, Joe Biden estará acompañado por el Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, además de los representantes demócratas texanos Verónica Escobar, Henry Cuellar y Vicente González, y será recibido por el alcalde de la ciudad, Oscar Leeser.

Una «visita relámpago»

Según el director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR por sus siglas en inglés), Fernando García, el tiempo limitado que Biden pasará en la ciudad fronteriza no le alcanzará para conocer a profundidad la dura realidad de migrantes que pasan semanas en un «limbo porque no fueron procesados y no pueden acogerse al ‘parole humanitario'».

«Desgraciadamente va a ser una visita relámpago, y no creo que va a tener el tiempo de entender lo que está pasando en la frontera. Solo va a estar tres horas, hubiésemos querido que viniese con más tiempo, y antes de que anunciase cualquier plan, se hubiese reunido con actores fronterizos y no lo hizo», insistió el activista a la Voz de América.

Con una experiencia de más de 24 años ayudando a migrantes, la BNHR organiza ahora la ayuda a unas 300 mujeres, niños y hombres reunidos en un campamento improvisado en los alrededores de la iglesia Sagrado Corazón, convertida en una especie de último refugio tras las redadas de los últimos días.

Los migrantes, en su gran mayoría venezolanos, entraron de manera irregular a Estados Unidos atraídos por el anunciado fin del Título 42, extendido por la Corte Suprema de EEUU.

Hasta el sábado por la noche, activistas como García y religiosos como el párroco del Sagrado Corazón, Rafael García, un reconocido defensor de derechos humanos en la localidad, no habían recibido invitación para reunirse con Biden.

Sin embargo, el director de BNHR confirmó que la comunidad se movilizó un día antes de la visita para dejar sus demandas claras.

«Primero, una solución para los migrantes que están varados aquí en el limbo. Deportarlos no es una solución. Segundo, la eliminación inmediata del Título 42. Esa es una provisión que se está utilizando como estrategia migratoria, pero violenta los derechos humanos, violenta el derecho al asilo, es ilegal de muchas formas, el propio presidente ha dicho que no la apoyaba y sin embarga la acaba de expandir a cubanos, haitianos y nicaragüenses. Es lamentable», sentenció el activista.

Biden ha asegurado que los legisladores republicanos que bloquean su propuesta billonaria para reforzar la frontera, evitan que el sistema funcione mejor. Los detractores del presidente, en especial las autoridades republicanas de Texas, Arizona y Florida, culpan del problema a la «débil política» de la administración.

Según García, «hay acciones que no dependen de los republicanos y que le presidente sí puede hacer (…) hay un sentir de frustración y decepción con respecto a lo que no está haciendo el presidente».

«Biden tiene que venir para acá»

Aunque no está previsto en el itinerario oficial, los migrantes que capean el frío invierno texano fuera de la iglesia del Sagrado Corazón, limpiaron los alrededores en caso de que el presidente se decidiera a visitar el refugio, en pleno centro de El Paso.

«Biden tiene que venir para acá, para que vea la verdadera razón de por qué estamos regados los migrantes venezolanos, cubanos, haitianos. Queremos que nos brinde esa oportunidad de salir adelante. Hemos dejado a nuestras familias, a nuestra madres, nuestro padres por una mejor calidad de vida», aseguró a la VOA Geremy Mejía, un venezolano acampado frente al templo.

Otro joven venezolano, Daniel Rodriguez, recalcó su agradecimiento a todos los que les proporcionan asistencia, traen «comidita, traen ropa».

«Dormimos en sábanas, en el piso, pasando trabajo. Hasta que llegue el presidente, estamos esperando a ver que nos dice. Hace tres meses que salí de mi tierra y ya necesitamos establecernos», pidió.